Diez preguntas a una persona ciega
Stephan tuvo la amabilidad de contestar a mis preguntas más banales, pero también a las que trataban sobre sexo, racismo, amor e integración.
Conocí a Stephan en un festival erótico de Berlín, mientras ambos hacíamos una visita guiada para invidentes por el recinto. Yo había ido porque quería saber cómo vivían las personas ciegas una experiencia de este tipo; Stephan, que nació con una discapacidad visual grave, había ido porque quería vivir un festival erótico en primera persona. Nuestro protagonista tiene 35 años y una hija de un año y escribe y produce podcasts sobre la vida de las personas invidentes.
Durante la visita guiada, me di cuenta de que sabía muy poco sobre el día a día de las personas con discapacidad visual. Stephan tuvo la amabilidad de contestar a mis preguntas más banales, desde cómo se las apaña para usar Facebook (mediante un sistema de reconocimiento de voz o una pantalla de Braille) hasta si alguna vez va al cine (sí, y gracias a la aplicación Greta, se entera exactamente de todo lo que pasa en la pantalla).
Stephan también me hizo algunas preguntas: ¿cómo es capaz mi cerebro de asimilar tanta información visual sin colapsarse? ¿Cómo puedo mirar a la carretera y al velocímetro al mismo tiempo cuando conduzco? Al terminar la visita guiada, seguimos charlando un rato sobre estas cuestiones.
VICE: ¿Las cosas que te excitan son distintas a las que excitan a la gente que puede ver?
Stephan Blendinger: No sé cómo es en su caso, pero no creo que haya mucha diferencia… tacto, gusto, olfato. Por lo general, las pistas de audio porno son de muy mala calidad, por lo que no les presto mucha atención. A mí todos esos gemidos me deja indiferente. En cambio, si estás viendo un vídeo de PornHub, por ejemplo, suele haber una función en la que una voz femenina narra la escena. También me gusta mucho escuchar audiolibros de literatura erótica. Además, tengo dos manos que funcionan perfectamente y una imaginación muy prolífica, por lo que muchas veces me basta con imaginarme situaciones, aunque en esos casos no es fácil reproducir los olores.
Nunca has visto a tu novia. ¿Te gustaría saber si la gente que ve la considera guapa o no?
Aunque me lo dijeras, no me importaría. Yo creo que es guapa. Me gusta tocarla, tiene una voz muy bonita y estoy a gusto con ella. De hecho, sí que la he visto, pero no con los ojos, sino con las manos.
¿Te gustaría saber qué aspecto tienes, o crees que la vida es más sencilla si no te ves?
Yo me considero bastante atractivo. Sé que tengo un poco de barriga, pero no creo que sea tan grave. Si te preocupas demasiado por esas cosas, te vuelves menos seguro de ti mismo y la gente acaba por encontrarte menos atractivo.
¿No es una mierda ligar en Berlín sin Tinder?
No hay un Tinder para ciegos, pero fíjate que yo encontré a mi novia en un grupo de WhatsApp para invidentes. Son grupos mucho mejor organizados que los que monta la gente que ve, por cierto. Una vez un amigo me leyó el historial de un chat de grupo de personas videntes y era un caos total. Todo el mundo hablaba a la vez.
El grupo en el que conocí a mi novia era sobre nuevas tecnologías, pero hay otros grupos: plataformas y listas de correos que hacen las veces de sitios de citas para personas con discapacidad visual. También hay muchos ciegos que se dan de alta en plataformas de citas normales y se apañan con dispositivos que convierten textos en locuciones de voz.
¿Crees que los ciegos son menos superficiales al no poder juzgar a la gente por su aspecto?
¡Qué va! También hay ciegos superficiales, pero lo somos de otra forma. Podemos ser prejuiciosos sobre una persona por su olor o su tacto. Hay voces que me parecen muy eróticas, por ejemplo. Y sé de ciegos que solo salen con mujeres rubias, aunque no tengan forma de saber si lo son. En fin, que la superficialidad es una tara del ser humano, al margen de que seas o no ciego.
¿Sois menos racistas?
No, también hay racismo entre los invidentes. Hay gente que, a pesar de no haber visto nunca el color de la piel de los negros, se refiere a ellos en términos ofensivos. El racismo es absurdo y, desde luego, no está basado en lo que percibimos.
¿Cómo es para ti la experiencia de consumir alcohol o drogas?
No muy distinta a la de una persona que pueda ver. La marihuana me relaja y el alcohol me desorienta y empiezo a tambalearme y a tropezar con todo. De todas formas, no bebo mucho porque me entra sueño. Nunca he probado drogas como la LSD.
¿Viajar te parece aburrido?
Bueno, obviamente no soy de los que se pasan las vacaciones visitando sitios; más bien estoy interesado en viajes en los que pueda sentir cosas, como una escapada a un balneario en Finlandia o un viaje en canoa por el río. También disfruto mucho el clima en el sur de Europa.
¿Te duele pensar que pronto tu hija de un año se moverá mejor que tú por el mundo?
No. Tampoco es que tenga que estar guiándome a todas horas. Tengo un perro guía y una persona que viene a limpiar el piso una vez por semana. Yo también hago cosas en casa, por supuesto, pero desde que tuve a mi hija, decidí contratar a alguien para que hiciera lo que pudiera haberme dejado. Tardo más en realizar las tareas, pero por ejemplo, le cambio los pañales a mi hija y le doy de comer como cualquier otro padre. En general, no siento la necesidad de ver. Soy un tipo feliz. Si tuviera la oportunidad de ver solo una cosa, aunque fuera por un par de segundos, sería mi hija.
¿Te consideras afortunado por no poder ver según qué cosas?
Sí, a veces me alegra no ver todo el sufrimiento que hay en el mundo y las imágenes de la guerra por la tele. Tampoco me molesta no poder ver la cara de malas pulgas de algunas personas en Berlín.
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